Tres formas distintas de meterse en el papel
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Este domingo vamos a buscar un monstruo y lo haremos de la mano de Brama Teatro, que llevará al Auditorio de León su espectáculo infantil y bilingüe. Para Cristina Izquierdo, creadora de la compañía, que hayan contado con ellos para la programación familiar es un empujón necesario en estos momentos en los que han visto caer a muchos otros compañeros del sector. “Lo único que necesitamos es trabajar”, comenta. Ella es el fundamento de Brama Teatro y para esta producción cuenta con los actores Antonio Ramón Berbell y Quino Mateos. Los reconoceréis rápido si habéis estado en las visitas guiadas de Casa Botines.
Para Cristina el teatro es una forma de vida. Lo tuvo claro con solo seis años cuando se escapó a ver una obra de teatro en la que solo dejaban adultos. “Me castigaron pero me dio igual porque vi aquello y dije: ‘yo quiero hacer esto’”, recuerda. Tuvieron que pasar algunos años hasta que se reencontró con su pasión. “Tienes que buscarte la vida de muchas maneras pero al final no puedes evitar hacer lo que siempre has querido hacer. Podía estar en una oficina sentada mucho tiempo o dedicarme a esta aventura. Dura, muy dura, con mucho sacrificio pero apasionante”, afirma.
Diferente fue la entrada de Quino en el teatro. Una amiga, del grupo Balterius, le dijo que necesitaban extras para una cena medieval. No había nada más que hacer que sentarse y ponerse a comer pero aquello fue el inicio de una trayectoria que después le llevaría a la Escuela de Arte Dramático de León y a Diadres Teatro. Aquí ha coincidido con Antonio, que, de Elche, lleva mucho viviendo en León. Sus amigos de infancia todavía se sorprenden al verle actuar, pero precisamente fue su timidez la que le impidió decir que no cuando un amigo le llevó engañado a un taller de teatro. “Me soltó allí, me presentó como el chico nuevo, todos aplaudieron y yo ya no pude hacer nada”, confiesa. De aquello pasó a hacer obras de Lorca y a La Carreta Teatro, la compañía de títeres más importante de Elche y donde se formó en esta disciplina.
¡Vamos a buscar un monstruo! Es el segundo montaje infantil de Brama Teatro, que ya tiene un tercero en camino. Cristina no había pensado en este público hasta que nació su hijo. “Es un interés que no había tenido pero entonces quieres comunicarte con ellos y darles herramientas para crecer y el teatro las tiene”, asegura. “El teatro no es solo observar algo ajeno sino observarse, enfrentarse a uno mismo”, opina Antonio, que también es educador y ha podido comprobar los beneficios que en otros países tiene que el teatro forme parte del currículo escolar. “El teatro tiene un lenguaje universal que une a unos y a otros”, añade. Un lenguaje para el que Cristina combina diferentes disciplinas hasta obtener el resultado deseado. Lo que siempre está presente es la música porque asegura que conecta rápidamente con los más peques.“El público infantil es el más difícil, el más exigente, te dicen lo que piensan cuando están aquí”, dice Quino. “Pueden estar riéndose a carcajadas, pero como la siguiente escena no les guste te dicen que se aburren, en ese sentido son los más limpios”, comenta.
Pero no nos despistemos, que nosotros íbamos a buscar un monstruo. Bueno, nosotros no. Van un padre, el hijo, la hija, un bebé títere y otro títere perro. Y siguiendo la tradicional canción de “Voy en busca de un león, cogeré el más grande…¡no tengo miedo!” ¿Os suena? A Cristina le llamó mucho la atención que esta canción estuviera presente en diferentes culturas e idiomas, adaptada a diferentes contextos y con distintos animales, como osos o lobos. Así que este tema es la base de toda la obra. “Es una historia muy sencilla. Vamos a buscar un monstruo, el más grande, somos valientes, no tenemos miedo… hasta que nos lo encontramos”, explica. Todo se va construyendo con objetos del desván de casa. Una jaula se convierte en el cuerpo de un niño, unas escobas son el bosque que tenemos que atravesar, las telas son viento y nieve, unos calderos serán el río que atravesar. “El objetivo es fomentar la imaginación, jugar con los elementos que tenemos en casa hasta que llegamos al monstruo que está construido con una fregona y una sombrilla”.
Y cuentan con el plus del inglés. La hija, Clarita, una niña un poco repipi según nos cuenta Cris, le dice a su padre que anda un poco pasado de moda y que los niños de ahora ya saben inglés. Así que ella se encargará de ir introduciendo algunas frases en este idioma. Una obra dirigida al público familiar a partir de los 2 años.