Nadia Teixeira: "Los niños necesitan desahogarse y verbalizar todo lo que estamos viviendo"
EntrevistasNadia Teixeira es responsable del Área de Educación y Programas Públicos de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia. El contacto con la naturaleza y el trabajo al aire libre de los talleres infantiles que caracterizan cada año su programación estival toman este año una relevancia mayor dadas las circunstancias actuales. Además, servirán para reflexionar sobre todo lo que estamos viviendo a través de la participación de los más pequeños.
¿En qué ha influido la pandemia en la programación de los talleres infantiles de este verano?
Ha influido a todos los niveles. La educación es un trabajo que requiere de cercanía y de contacto entre educadores y educandos. Las condiciones de distancia social que tenemos que cumplir para evitar el contagio del virus o el uso de las mascarillas hace que las relaciones de enseñanza-aprendizaje se compliquen, sobre todo cuando trabajas desde perspectivas que abordan la construccion del conocimiento como un acto a llevar a cabo en común y de forma colaborativa, pero iremos poco a poco aprendiendo a estar juntos bajo las condiciones que nos impone esta situación.
¿Cuáles son las principales bases sobre las que se asientan los talleres de este año?
Antes de programar el ciclo de actividades de verano realizamos una evaluación en los vecindarios más próximos a nuestra fundación y a pesar del shock que la pandemia había provocado en la mayoría de ellos, detectamos que existía la necesidad de volver a encontrarnos unos con otros. Como muchos nos señalaron la seguridad que les daría seguir con nuestra actividad en el exterior de las instalaciones, el programa de actividades se desarrolla prácticamente en su totalidad al aire libre y en contacto con la naturaleza. En realidad estos aspectos siempre han sido característicos de nuestra programación estival pero este año lo hemos reforzado. En este mes de junio hemos realizado una salida geológica, hemos comenzado un taller para niños sobre los senderos del pueblo y habrá otras propuestas como un taller de acuarela en el campo o de circo en familia. Todos ellos son talleres creativos con una fuerte base pragmática y vivencial.
El confinamiento ha puesto de manifiesto la necesidad de aire libre y naturaleza, algo que no siempre está muy presente en nuestras vidas. ¿Qué relación debe establecer la infancia con la naturaleza y por qué es importante?
Se nos ha educado concibiendo la naturaleza como algo externo a nosotros pero hay que recordar, y ahora más que nunca, que nuestra existencia cultural ha de concebirse como un continuo con lo natural puesto que somos propiamente naturaleza. Los retos ecosociales a los que tendrán que enfrentarse las futuras generaciones serán enormes. Nosotros somos ya testigos de algunas de sus manifestaciones como el ascenso de la temperatura global y los efectos del cambio climático; la pérdida imparable de biodiversidad y por tanto la comprometida situación del equilibrio de los ecosistemas o la insostenibilidad frente a la que nos hallamos en terminos de consumo energético y de extracción de materiales. Es vital tratar de reestablecer una relación con lo que llamamos naturaleza desde parámetros distintos a los que nos han llevado hasta aquí y creo que a día de hoy niños y jóvenes están dando un gran impulso en esa dirección. Es responsabilidad de los procesos educativos, tanto formales como informales, hacerse cargo de esta nueva sensibilidad. Lo ‘ecológico’ ha de volverse transversal a todos los ámbitos del conocimiento, y todas las situaciones educativas. Emplazarnos en el exterior, salir a trasegar al campo, ayuda mucho.
Después de meses de videollamadas y demasiada pantalla en algunos casos, proponéis un taller, (In)Comunicados, para explorar otras formas de comunicación. Con más medios como tenemos ahora, ¿nos comunicamos peor?
Todos los niños que han acudido al taller han utilizado medios digitales de comunicación como las videollamadas durante el confinamiento pero todos compartían la opinión de que no era igual que ver cara a cara a sus familiares o amigos y poder jugar con ellos. El hecho de poder estar interconectados digitalmente no impidió que se sintieran solos o angustiados. La primera sesión del taller me sorprendió mucho porque comenzamos hablando sobre cómo habían vivido el confinamiento, como se habían sentido… y no podían parar de hablar, practicamente dedicamos toda la sesión a que contaran sus historias y a escuchar con atención.
Siempre he defendido las practicas educativas que no infantilizan a los niños, sin embargo cuando pensé en cómo abordar los contenidos de este taller traté de no enfrentarles demasiado crudamente con el tema de la pandemia aunque me parecía importante que los niños tuvieran un espacio para hablar de ello. He comprobado que los niños necesitan desahogarse y verbalizar todo lo que estamos viviendo. Creo que ha sido importante compartir el relato de todos esos días, con otros niños de su edad y comprobar que todos pasaron por experiencias y sentimientos similares. Practicamente todos pasaron el confinamiento en ciudades y ahora están pasando el verano en el pueblo, en casa de sus abuelos. Aquí se mueven con mayor libertad porque no hay tanta gente y como alguno comentaba, pueden pasear por el campo sin mascarilla. El pueblo fue al primer lugar al que acudieron cuando el cambio de fase permitió la movilidad dentro de la misma provincia y ahora ninguno quiere volver a la ciudad, todos se quedarían en sus pueblos si todo el mundo lo hiciera, claro. Saben bien que los únicos que se quedan son las personas mayores y que echarían de menos todo lo que comparten con otros niños en su vida habitual en la cuiudad.
En este taller hemos pensado mucho en los más vulnerables de esta pandemia, como los abuelos y abuelas. Tratando que las artes visuales tuvieran un papel importante como canal para contar estas historias también desde el momento presente, desde el pueblo en verano, les hemos escrito videocartas y se las hemos enviado a varias residencias de ancianos. Ahora estamos esperando su contestación.
Con Labranzas acercaréis a los niños al mundo del campo, de la agricultura y de los pueblos. ¿Por qué os parece importante que puedan conocer esto?
Este es un ejemplo de lo que antes refería como reestablecimiento de una relacion con la naturaleza desde una noción distinta a las de escenario idealizado o fuente de recursos ilimitados, por otra parte complementarias. Cuando hablamos de la desaparición de la cultura campesina hablamos fundamentalmente de la pérdida de los saberes locales que esa cultura puso milenariamente en práctica, en gran parte debido a la falta de relevo generacional, y que ha roto el hilo de transmisión de esos conocimientos, el cual nos ligaba a los principios básicos de la sostenibilidad. Estamos siendo testigos de cómo ese acontecimiento está cumpliéndose en unas pocas decádas. Tratar de mantener vivos esos saberes dada la coyuntura histórica que descríbiamos antes, ha de ser fundamental para nosotros, porque están basados en la observación directa y son la base de nuestra supervivencia en un territorio concreto con unas condiciones particulares: climaticas, orográficas, etc… Por lo demás esos saberes pasan por los cuidados, tanto de los miembros de la comunidad, como de lo no humano: los animales, las semillas, el agua o el suelo. Y los cuidados se están revelando, en las situaciones de crisis como la actual, como la red primordial que sostiene la vida.
Son muchos los adultos que recuerdan con gran nostalgia su infancia en los pueblos y que intentan que sus hijos tengan una experiencia similar. ¿Qué pueden enseñarnos los pueblos que nos perdemos en las ciudades?
Como comentaba antes, los niños tienen muy claras las diferencias entre campo y ciudad. Es cierto que estas diferencias se han agudizado durante la pandemia y ahora el pueblo lo ven como un lugar de libertad, pues los niños y jóvenes gozan de mayor autonomía dado que los padres tienen una mayor sensación de seguridad en el pueblo. Es cierto que la visión del ‘veraneante’ o del poblador estacional siempre ha tendido a idealizar la vida en el campo y a ocultar en cierto modo algunos de los aspectos más duros, diría que más reales, de la vida en los pueblos. Por ejemplo ligados a la crisis de la agricultura o la ganadería. Todos conocemos los efectos de la despoblación y de la pérdida del modo de vida que sostenía el desaparecido campesinado, los restos no siempre son amables. Hoy nos encontramos con graves problemas que dificultan la vida de las personas que quieren continuar viviendo en sus pueblos, como la disminución de los servicios más esenciales: sanidad, transporte…
Independientemente de la temática de cada uno de los talleres, ¿Cuál es tu objetivo cuando un niño o niña hace un taller?
Siempre te gusta pensar que en los procesos educativos que ponemos en marcha los niños y niñas aprenden a mirar el mundo, a interpretarlo, y lo hacemos desde las herramientas que nos dan las artes en nuestro campo de trabajo que es la educación en museos o centros de arte. Si en nuestra tarea logramos que sean mejores personas, que se dirijan hacia una vida buena, que sean conscientes de la enorme riqueza pero también de la extrema delicadeza de nuestro entorno y de nuestros propios cuerpos… No hay que olvidar que la experiencia estética es un saber del cuerpo, de lo material. Y si desde esa experiencia podemos dar pistas al niño o la niña acerca de cómo integrar el acercamiento a algo, los afectos que ello despierta, el imaginario y la red de palabras y saberes que puede levantar poco a poco a su alrededor, despierto al entorno junto con otros como él, el objetivo estaría más que cumplido. El sentido crítico con lo real no puede nacer sino de aquí.
Supongo que tenéis niños y niñas fieles, gente del pueblo y otros que se desplazan de otras localidades. ¿Por qué merece la pena ir hasta Cerezales a un taller de los que organizáis? ¿Cómo animaríais a alguien a probarlo?
Sí, como dices, nuestros públicos – me refiero a las personas de diferentes lugares que acuden a nuestros ciclos y programas educativos de forma regular- son muy fieles y con ellos hemos construido una relación muy estrecha. Podemos hablar de comunidades reales que se han generado en muchos ciclos, como por ejemplo en Herbarium. Pienso que las personas que no conocen FCAYC y nos visitan por primera vez se llevan una grata sorpresa, nadie espera una institución cultural como la nuestra en un entorno como el que proporciona el pueblo de Cerezales del Condado. Durante los talleres los más pequeños disfrutan mucho.
¿Qué medidas anti Covid se van a tomar durante el desarrollo de los talleres?
Como he venido diciendo las actividades al aire libre dan mayor seguridad a todo el mundo y por ese motivo prácticamente todas nuestras actividades se realizarán en el exterior. Hemos mantenido una limitación de los aforos al 50% así como la distancia de seguridad de 1,5 metros. La limpieza y desinfección de todos los utensilios y los espacios donde desarrollamos los talleres es constante así como el lavado de manos y el uso de mascarilla.