El verano más inspirador está en Cerezales
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Bicicletas contra la pared junto a monopatines y patinetes. Es agosto en Cerezales. Se nota en el movimiento de gente, en los niños y niñas que se oyen por el pueblo y en la actividad que bulle en el interior de una Fundación que siempre ha trabajado hacia fuera y que este año lo hace con más razones desarrollando la práctica totalidad de su programa en el exterior.
Al introducirnos por el camino que nos lleva hasta ella sorteamos a unos niños que juegan allí al escondite. Poco después encontramos, bajo la sombra de un manzano, a Bonita, a Pardo, a Rogante, a Linda y a Quintín. Son el staff animal de una fundación donde es clave la fusión con el entorno y el respeto a la naturaleza, lo que se traslada a los numerosos talleres que imparten durante todo el verano, tanto para adultos como para peques y también otros dirigidos a familias.
“Desde la pandemia hemos detectado un mayor interés por realizar actividades en familia, no sabemos si es porque las circunstancias personales han cambiado o por qué razón, pero lo vemos”, nos cuenta Nadia Teixeira, responsable del Área de Educación y Programas Públicos.
La mayor parte de los talleres tienen sus plazas agotadas, pero aún quedan plazas para uno de los familiares, titulado Jugar el color latente e impartido por Ana Andrés Cristóbal. Dividido por edades, el objetivo es construir pequeños artefactos de juego con elementos del entorno y jugarán también con colores naturales que tenemos bien cerca para teñir los juguetes. El último día de taller crearán pequeñas instalaciones para, como nos explica Ana, “entender el juego y esos instrumentos para la infancia como parte de la cultura”. Podéis apuntaros al taller y conocer un poco más a Ana, aquí.
“Intentamos que todos los talleres sean muy prácticos, que aprendan haciendo y moviéndose y, sobre todo, buscamos esa conexión con el entorno y la naturaleza”, explica Nadia. En este pequeño pueblo aprenden sobre la prehistoria haciendo fuego con piedras o lanzando proyectiles, se introducen en el mundo de la pesca y su técnica, aprenden curiosidades sobre minerales o rocas y montan su propio espectáculo familiar ensayando algunos números circenses.
Los talleres son una de las patas de la nutrida programación estival que este año lleva por título Antefuturos y que incluye otras actividades como una carrera de orientación que se celebró hace un par de semanas o la observación de estrellas de este jueves, un encuentro para entender mejor el cielo bajo el que vivimos.
También es parte del programa el Festival Tropos, festival de Sonido y Artes Escénicas, pensado para adultos y familias. Todas las actividades pueden resultar interesantes, pero hay dos específicas, una obra de títeres y un espectáculo circense. Nos lo cuenta Luis Martínez Campo, responsable del Área de sonido y Escucha. Este viernes La Chana Teatro pone en escena la obra Vulgarcito –recomendada a partir de 5 años-, en la que convertirá objetos cotidianos en personajes y que está narrada en romance. Todavía queda alguna entrada que podéis reservar pinchando aquí.
El viernes 27 de agosto será el turno de Cirk About It con su obra Un día de cine, de la que ya os hemos hablado en otras ocasiones. Podéis leer aquí la entrevista con sus actores. Este espectáculo circense está dirigido a todos los públicos y resulta muy llamativo a cualquier edad por las volteretas, piruetas y malabares que realizan. Las invitaciones estarán disponibles en la página web de la fundación desde el lunes 23 a las 10 de la mañana.
Todo esto significa gente reunida detrás del imponente edificio de la fundación recibiendo la noche entre cultura. Un ambiente inigualable que, aunque diferente a tiempos pre pandémicos, intenta mantener esa esencia con la que llevan tantos años.
Durante todo el día no deja de ir y venir gente hasta el inmueble, tan grande y tan integrado, para visitar la exposición que tienen actualmente: A punto de ser nada.
Al salir por la parte de atrás de la fundación se puede dar un agradable paseo que nos llevará hasta otro punto del pueblo, donde, por cierto, hay un pequeño parque. A la entrada del pueblo tenemos el bar La Cantina, también recomendable.