Diez buenas razones para visitar Casa Botines en familia
Museos con niños en LeónDisponer de un lugar como Casa Botines en León es un auténtico lujo. Para empezar porque este edificio es uno de los únicos cuatro que llevan el sello de Gaudí fuera de Cataluña. Los otros son el Palacio Episcopal de Astorga, el Capricho de Comillas y la Catedral de Santa María de Mallorca, de la que se encargó de la restauración. Pero además, desde que la Fundación Fundos adquirió el edificio y lo musealizó, los leoneses nos hemos convertido en unos privilegiados por tener acceso al interior de este lugar.
Gaudí llegó hasta León precisamente después de abandonar el proyecto del Palacio Episcopal de Astorga, el cual dejó inacabado ya que no lograba entenderse con el obispo. Pero aquí no tuvo mucha más suerte pues los arquitectos no comprendían sus creaciones y a los leoneses no les hacía mucha gracia lo de que se hubiera traído incluso a sus trabajadores de su tierra natal. Hasta cuentan que los niños se plantaban en la puerta cada día con la misma cantinela: «Botines se cae, Botines se cae…»
Para no caer en los mismos errores y convertirnos en los perfectos anfitriones, os hemos preparado un decálogo con 10 aspectos fundamentales por los que nos parece que es una buena idea conocer este lugar en familia. Si vienes de fuera, no te lo puedes perder, pero si eres de León, con más razón tienes que conocerlo.
Por la persona
Sí, la primera razón es el propio Antonio Gaudí, un personaje absolutamente inspirador. Nació en 1852 y durante su infancia pasó mucho tiempo sin acudir a la escuela por enfermedad. A cambio, se dedicaba a observar la naturaleza, y esta se convirtió en su maestra, como podemos comprobar en sus trabajos. Si bien conocemos mucho sobre su obra, la figura de Gaudí siempre ha sido enigmática, así que durante el paseo por Casa Botines surgirán muchas cuestiones sobre las que pensar. Un recorrido con más preguntas que respuestas, algo fantástico para despertar la curiosidad de los más peques.
Estimula la creatividad
Los comerciantes leoneses Simón Fernández y Mariano Andrés adquirieron un terreno de casi 2.400 metros cuadrados frente al Palacio de Guzmanes con el objetivo de construir un edificio de viviendas en cuya planta baja y sótano estuviera una casa de cambio y un almacén de tejidos. Un pleito con el Ayuntamiento redujo la extensión de la parcela a los 800 metros cuadrados, espacio al que tuvo que adaptarse Gaudí para diseñar el edificio. Lo resolvió con gran creatividad y un engaño visual. ¿Diríais que Casa Botines es rectangular? Eso es lo que a Gaudí le gustaría que pensarais, pero en realidad es trapezoidal para aprovechar cada espacio.
Es cómodo
Una de las célebres frases de Gaudí es que «el requisito más importante para que un objeto sea considerado bello es que cumpla con el propósito para el que fue concebido». Lo comprobaréis al subir y bajar los escalones, al agarraros al balaustre ergonómico o al sentaros en algunas de las sillas diseñadas por el arquitecto catalán.
Podrán visitar la consulta de un dentista
Sillón, maquinaria y hasta dientes se conservan aquí de los clientes del dentista que trabajaba y residía en este edificio. Cuando lo abandonó, dejó también todo su material, de gran valor económico, por lo que se sospecha que podía deber varios meses de renta y lo hizo como pago de las deudas. ¿O no sería por eso? Como veis, esta visita deja mucho espacio a las adivinanzas y las conjeturas.
Pasearéis por una casa de gente adinerada de finales del siglo XIX
Entraréis en la habitación matrimonial, en la de la niña, en el baño y en la cocina. Podréis comprobar las diferencias sociales o cómo era de importante aparentar en la sociedad de entonces.
Hay un dragón
En la fachada Gaudí colocó una figura de San Jorge y el dragón que por aquí no gustó ni un pelo, ya que preferían que hubiera plantado a San Marcelo o a la Virgen del Camino. La historia del dragón es muy curiosa porque cuando a mediados del siglo XX lo retiraron para restaurarlo, la escultura se cayó y se rompió dejando a la vista un tubo de plomo que contenía un calendario de la obra (la hizo en 10 meses, algo inédito para la época), los planes originales del edificio y dos ejemplares del 15 de septiembre de 1893, día de la inauguración, del periódico con más tirada del León en la época, El Campeón.
Aprenderéis explorando
A pesar de los planos encontrados, a Gaudí no le gustaba hacerlos. Quedó harto de dibujar en sus estudios así que prefería que hicieran maquetas, le parecía más sencillo a la hora de trabajar y consideraba que facilitaba su comprensión. En la parte baja del museo tenéis distintos elementos con los que también desde el museo han querido facilitar la comprensión de este lugar y de cómo está elaborado.
Veréis León de una manera diferente
El edificio tiene 365 ventanas, una por cada día del año, así que además de ver el interior tendréis muchas opciones de otear el exterior. Desde algunas de ellas se puede ver la Catedral o la muralla de León desde una perspectiva distinta a la que estamos acostumbrados.
Es una ventana al mundo del arte
En cada experiencia que disfruta un niño puede prender una chispa. En la parte superior hay una estupenda pinacoteca que podéis aprovechar para ver juntos algún cuadro o dejar que paseen entre ellos por si alguno les llama la atención. Al fin y al cabo, ¿no les encanta a todos pintar?
Además, tienen exposiciones temporales muy atractivas. Actualmente se puede ver La Casa Iluminada, de Eduardo López Casado. En torno a ella se organizan numerosos talleres infantiles.
Es otra manera de conocer la historia de León
El pasado de León lo forman reyes y el inicio del parlamentarismo, pero también los comerciantes, los empresarios y los dentistas. Esta es una manera de conocer cómo vivían por aquí hace unos años, cómo era el León de 13.000 habitantes en el que aterrizó Gaudí y qué relaciones se establecían entre sus ciudadanos.