Carlos (Lucha por la Montaña): "La gente ha tomado conciencia de la necesidad de moverse en espacios abiertos"
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Al echar un vistazo a los perfiles de Lucha por la Montaña en redes sociales uno siente una punzada de envidia al ver esos paisajes tan espectaculares que allí aparecen. Y luego resulta que están en León, aquí al lado. Y eso es lo que pretende Carlos Fernández con esta iniciativa. Que a la gente le entren ganas de calzarse las botas y disfrutar de la vida que palpita la montaña leonesa.
Esta iniciativa de promoción y desarrollo surgió ya hace cinco años de su mano y de la de un amigo, Víctor Llamazares, con el objetivo de reivindicar este entorno rural. Ahora es únicamente él quien se encarga de animar a través de las redes a leoneses y forasteros a que se dejen llevar por el encanto natural de la provincia. Carlos, que es un poco de Oville y un poco de La Vecilla, puso en marcha en diciembre negocio propio en esta última localidad, El Cruce Café Bar. Además, en junio tenía previsto organizar también aquí la IV edición de la Feria de la Montaña Leonesa después de que las tres anteriores se hubieran celebrado en León. Pero como tantas otras cosas tendrá que esperar.
Mientras planeamos nuestras primeras escapadas para cuando la desescalada lo permita, hablamos con Carlos para ir calentando motores
Dicen que de toda crisis surge una oportunidad. ¿Puede ser esta la oportunidad de la montaña leonesa?
Yo creo que sí es una oportunidad porque la gente ha hecho una toma de conciencia de la necesidad que tiene de moverse en espacios naturales y abiertos, de tener al menos una residencia en el pueblo. Ahora mismo los pueblos ni siquiera están preparados para tener una población muy activa en lo profesional porque hay muy pocas profesiones que se puedan desarrollar enteramente allí. La gente va a tener que seguir trabajando en el entorno urbano pero creo que sí que va a intentar, en cuanto se libere de sus obligaciones profesionales, disfrutar más de los entornos rurales y de los espacios naturales. No sé si dos meses es suficiente para adoptar nuevos hábitos, pero sí que es cierto que antes parecía que todo lo que ocurría en las ciudades era bueno, era progreso y era mejor y ahora de repente nos paramos todos y decimos: ¿qué hacemos aquí metidos?
La gente se ha sentido muy encerrada en sitios en los que ya estaban habitualmente, pero esto nos ha hecho más conscientes.
Sí, porque los pequeños movimientos que hacían a lo largo del día -al trabajo, al colegio, al gimnasio, a tomar unas cañas…- te hacen perder conciencia del espacio real de 30, 80 o 120 metros donde realmente estás encerrado. Cuando han dicho ‘de aquí no os movéis’ es cuando nos hemos sentido atrapados. Yo he pensado mucho en esas personas que viven en un piso con apenas vistas o con vistas a un patio interior… tiene que ser como estar en una prisión.
Se ha hablado mucho de si esto nos va a hacer mejores personas… ¿Qué reflexiones has hecho tú durante este confinamiento?
Es paradójico, pero yo creo que cuando toda la gente comparte un problema, en vez de volvernos más solidarios, a la larga nos volvemos más egoístas. Al final, la solidaridad es más facil entre ricos y probres, con las ONG, desde la zona de confort… Por otra parte, yo era una persona que creía cero en la política pero ahora ya no solo no creo sino que la aborrezco completamente. Soy incapaz de entender -igual que ya me pasaba con los hinchas de fútbol- a los que salen a defender a sus partidos políticos. Pero, ¿en realidad os lo creéis?
La Feria de la Montaña estaba prevista para junio en La Vecilla. ¿Qué va a pasar ahora?
Hace ya casi dos años que no la hacemos porque el pasado yo no pude por temas profesionales, así que me duele un poco pero la tenemos que posponer. Me suele gustar el mes de junio porque la gente todavía está en su residencia habitual, pero también puede ser buen momento a finales de agosto o en septiembre.
Para quien no lo sepa… ¿Qué es Lucha por la Montaña?
Empezamos un amigo, Víctor Llamazares, y yo. Intentábamos crear una iniciativa que contribuyera a promocionar la montaña leonesa a través de algunas actividades y, sobre todo, a través de las redes sociales. Queríamos ser muy respetuosos para no meternos en lo que ya están haciendo otras asociaciones. Nosotros somos dos chicos de pueblo, que crecimos en el pueblo y decidimos buscar en la ciudad un futuro próspero pero que terminamos de nuevo en el pueblo por voluntad propia. Y queremos visibilizar eso, que queremos estar aquí y queremos romper ese discurso victimista de otros jóvenes y, sobre todo, de nuestros padres y abuelos de que aquí ya no se puede hacer otra cosa. La idea era reivindicar que sí hay una oportunidad aquí, creyendo en el territorio que tenemos y en sus recursos.
Tenemos una provincia fabulosa con una cantidad de recursos muy variados, pero a la hora de promocionarla da la sensación de que siempre estamos empezando. ¿Por qué crees que ocurre esto?
Lo que te decía antes, que somos muy de empezar de cero, de no meternos en el trabajo de otros. Por una parte por respeto, pero a veces también por interés o desconocimiento de lo que ya se ha hecho. También creo que dependemos demasiado de la política y tenemos puestas en ella demasiadas esperanzas, lo cual es paradójico porque somos de las provincias que menos presencia tienen en las mesas de negociación, en las mesas de trabajo de la política nacional… Sin embargo, seguimos creyendo que todo es cuestión de política y todos nuestros males se los achacamos a ellos. Eso es algo que le pasó muchísimo a la montaña y así fueron pasando Fondos Miner, recursos, oportunidades y se fueron dilapidando. También puede ser porque las asociaciones que fomentan iniciativas de promoción no logran encontrar un futuro profesional en ello y terminan agotándose.
Te quejas mucho en redes sociales de la imagen que se da en ocasiones de los pueblos y de sus habitantes en programas de televisión donde se ridiculiza el medio rural. ¿No hemos avanzado en esto?
Los estereotipos… sí, creo que estamos avanzando mucho.De hecho, yo ya pertenezco a una década que empieza a mirar el pueblo con otro cariño, con una visión de prosperidad y menos catastrofista. Mi madre va a su pueblo y siente tanta nostalgia que no lo disfruta porque ellos vivieron un momento de esplendor de los pueblos y ahora les resulta imposible mirarlos pensando en un futuro. Pero nosotros no, incluso los que son más jóvenes que yo van a ver ahora más vida en el pueblo que la que vieron cuando eran los últimos niños que crecieron allí. Creo que como cada vez hay más gente joven, se va rompiendo el estereotipo en el que te imaginan en una casa de piedra, con el ganado, el huerto, feo, desdentado… en definitiva, como si renunciaras a la modernidad y al progreso.
A veces se puede caer también en la idealización… Estos meses que hemos vivido de encierro se ha escuchado mucho lo de la suerte de los que viven en un pueblo.
Puede pasar, ahora igual puede haber gente que piense que es más fácil vivir en los pueblos de lo que realmente es. Vivir en un pueblo tiene sus dificultades y no todo el mundo está preparado. Creo que es más fácil adaptarse a una ciudad que adaptarse a vivir en un pueblo.
Aunque has pasado el confinamiento en León, has tenido que ir al pueblo a alimentar a tu caballo y has podido ver cómo ha llegado la primavera. ¿Tienes la sensación de que a la naturaleza le va mejor sin nosotros?
En dos meses poco pueden cambiar los hábitos de los animales… Es verdad que hemos visto escenas de animales por ciudades pero me parece algo anecdótico, como cuando en verano aparece un jabalí en una urbanización que el resto del año está vacía. Lo que sí me gustaría destacar es una cosa, y es que León tiene siete Reservas de la Biosfera reconocidas por la Unesco. Eso lo que reconoce es la convivencia del hombre con el entorno natural en el que desarrolla su vida. Si desapareciera el hombre, desaparecerían. Se crearían otros espacios nuevos, pero estos desaparecerían. Tenemos que sentirnos orgullosos de que sabemos convivir con el medio ambiente.
Cuéntanos cómo ha sido tu experiencia de emprender en el mundo rural.
De primeras, muy gratificante. Empecé en diciembre. Quería predicar con el ejemplo, aunque también es cierto que siempre reivindico que no es necesario vivir en el pueblo o trabajar en él para defenderlo. De hecho, yo no vivo en el pueblo, la casa es de mis padres, pero paso la mayor parte del día allí. Voy feliz cada mañana cuando salgo desde León hasta La Vecilla. Cada vez me siento más a gusto entre la gente de la montaña, es algo que comencé a sentir cuando estuve un año en el extranjero solo, fue la primera vez que pensé en lo que echaba de menos el pueblo.
Antes de despedirnos, haz a nuestras familias lectoras alguna recomendación para cuando lleguen fases mejores y podamos recorrer la provincia.
Primero, un consejo: que la gente arriesgue un poco más. Me refiero a que simplemente tienes que echarte a andar hacia la montaña para que vayan apareciendo las aventuras y los animales. Es una suerte la cantidad de vida y de paisajes de los que podemos disfrutar. Todo confluye en torno a los 10 ríos principales que tiene León y en el momento en que te echas a andar siempre encuentras un buen restaurante donde comer y un bosque al pie de la carretera donde dejar el coche sin problema.
Por recomendar algo en concreto, la ruta de la Cueva de la Vieja del Monte, en Riaño, donde me muero de ganas de hacer algo teatralizado. El Faedo de Valporquero, muy desconocido y que está marcado, y donde, si los niños son mayores, podéis subir hasta la cresta y ver toda la provincia de León. Y el Puerto de Vegarada, un sitio genial, en el que parece que estás en Alaska. Allí nace el Curueño, está lleno de charcas, puedes coger arándanos, setas… ves ovejas, caballos, vacas…