Bill y Lula, slow parenting en León. Un espacio para crecer sin prisa
Campamentos
Bill y Lula son dos libélulas. Como todas las libélulas, pasaron la mayor parte de su vida siendo ninfas y, tras crecer a fuego lento, un día se sintieron preparadas para desplegar sus alas y volar.
Bill y Lula es también un espacio que acaba de abrir sus puertas en León en el que los niños y las niñas de entre 5 y 12 años pueden desarrollarse en un ambiente respetuoso, calmado y desde su propia iniciativa. Igual que esas libélulas a las que nadie presiona para evolucionar.
Sandra y Pablo buscaban para su hijo un lugar así, donde conciliar su vida laboral y estar seguros de que su niño estaría en un ambiente de respeto con él y sus ritmos, donde pudiera descansar cuando lo necesitase y realizarse a través de sus intereses. Aunque sí habían encontrado oferta en esta línea para la primera infancia, no daban con algo similar a partir de los cinco años, por lo que decidieron convertirse ellos en esa opción.
Bill y Lula está basado en la filosofía del slow parenting, un estilo de crianza que surge a partir de los libros escritos por el periodista canadiense Carl Honoré en los que critica la obsesión por la velocidad en las sociedades occidentales. A partir de ahí, el slow parenting promueve una educación basada en los ritmos naturales de los niños y evitar que la crianza y la propia infancia se conviertan en una carrera. El foco no se pone en que los peques adquieran conocimientos rápidamente sino en que disfruten del proceso y de sus logros.
No es sencillo esto en una sociedad que nos empuja a lo contrario y en la que, desde que nos convertimos en padres, recibimos un bombardeo de informaciones sobre técnicas, métodos, estilos y tendencias para criar y educar a nuestros hijos. “Empiezas a leer y siempre te sientes mal porque ya no has hecho esto o lo otro, pero al final hay que aplicar el sentido común, criar a un hijo se basa en el amor y en el respeto, eso es lo importante”, opina Sandra. “Déjame sacarle al campo, que se llene de barro, que reciba todo el amor de mi entorno y luego ya veremos qué sale de esta pequeña larva”, añade. Y así fue como, hablando con otros padres con la misma inquietud, dieron con el slow parenting, que, advierte Sandra, no significa ir por la vida como caracoles. “Hay momentos con prisa y los niños tienen que formarse, pero siempre sabiendo quiénes son, desde qué perspectiva y cuáles son sus prioridades; lo que pasa es que es muy difícil saber cuáles son tus prioridades si siempre te vienen impuestas desde fuera”, explica la responsable.
¿Y cómo encaja Bill y Lula en todo esto cuando precisamente el slow parenting propone pasar más tiempo en familia? Sandra explica que en la sociedad actual nos encontramos con dos conflictos. “Por una parte no tenemos tiempo porque trabajamos demasiado y por otra no podemos darle a ese tiempo en familia toda la calidad que necesita”, asegura. Ahí es donde este espacio entra en acción, un lugar sin prisa ni modelos rígidos en el que confiar cuando no podemos estar presentes y un lugar que contribuye a que el tiempo que pasemos con nuestros hijos sea de mayor calidad. ¿Cómo? Con dos tipos de oferta, según la época del año:
PERIODO NO ESCOLAR. SLOW CAMPS
Para las vacaciones de verano proponen los Slow Camps, en los que Bill y Lula es ese lugar en el que “van a estar como si estuvieran en casa”. Pueden descansar, salir al exterior, ir al parque… Convivirán con niños de su edad y tendrán a su disposición todos los materiales del centro. La ratio es reducida, siete niños por educador, el cual acompaña sin dirigir. “El objetivo es que los niños se desarrollen a través de sus propias inquietudes y que cuando tengan que recurrir a alguien, ese alguien les transmita toda la calidez, el respeto y el afecto que necesitan para sentirse seguros”, explica Sandra. Los Slow Camps se celebran en turnos semanales desde el 28 de junio hasta el 10 de septiembre. Tienes aquí un artículo con toda la información.
PERIODO ESCOLAR. AULA DE DEBERES
Durante el curso escolar tendrán un aula de deberes. “Déjame a mí lo feo y quédate tú con lo bueno”, dice Sandra, que es consciente de que la mayoría de los conflictos entre padres e hijos surge de los deberes. Y este es el lugar donde los niños y las niñas vendrán a hacer sus tareas en un ambiente calmado, sin prisa ni presión y en el que se dará más valor al cómo se llega que al resultado final.
Sandra es maestra de formación y desde los 18 años lleva trabajando en el mundo del ocio. Conoce en profundidad las diferentes pedagogías que existen y en Bill y Lula ha aplicado lo que, desde su óptica, es más interesante de cada una de ellas, pues opina que ceñirse exclusivamente a una hace que perdamos aspectos beneficiosos de otras.
La organización del espacio, por ejemplo, está basada en Reggio Emilia, que promulga que los lugares que son bonitos y están limpios y ordenados no interfieren con la capacidad creativa del niño y además les ayudan a sentirse parte de esa belleza.
El local lo tienen dividido en cuatro rincones: uno para la creatividad artística en el que disponen de todo lo necesario para crear; el rincón de investigación, con microscopios y otros elementos con los que responder a los porqués que vayan surgiendo, el rincón de juego en el que no existen juguetes sino materiales que retan a construir y a poner a prueba la capacidad resolutiva; y el rincón de descansar, donde pueden tumbarse un rato o leer cuando lo necesiten. “Los niños no tienen que tener energía todos los días. Pueden estar cansados, tristes, desubicados… pretendemos acompañarles en esto”, insiste Sandra. Y recuerda que aquí, por supuesto, hay límites y reglas de convivencia, pero sobre todo hay seguridad, afecto y libertad para que florezca el potencial creativo de cada uno. Y, por encima de todo, para que niños y niñas disfruten del bien más preciado que tienen: su tiempo.
Bill y Lula está en Brianda de Olivera, 1
Puedes contactar con ellos a través del teléfono 611 47 62 32
También puedes escribirles a hola@billylula.com
Y consultar su página web billylula.com